la relatividad del tiempo estalla en mi cabeza. Pero calculo que hace no más de dos meses murió el tío de mi padre. el abuelo que nunca tuve. el abuelo que no me dejaron tener. se convirtió en el padre que mi padre siempre necesitó y no encontró. se parecían en gestos. en el humor. en la mirada. y en los pies. eran vindel, vindel. yo no. yo tengo mucho de impulso, de bocanada, de error. murió un viernes, para no causar mucha molestia. de noche y con su familia. recordando las cervezas que se bebía con el padre de mi padre. nombrándolo unas veces. otras sintiendose extraño a su mujer, a sus hijos y al sobrino al que más quería, que no podía evitar impresionarse por tener el terrible privilegio de conocer su futuro y verse a sí mismo en tal situación. esa misma noche, para ahuyentar el miedo, mi hermana y yo nos sacamos fotografias que creíamos divertidas, pero que no eran más que amuletos que nos convertían en eternas. dormí poco y me levante pronto. fuimos los primeros en llegar al tanatorio. esperamos en el hall, donde el frío esperaba con nosotros. nuestra sala la estaban limpiando. en recepción hablan y ríen. junto a ellos, folletos para sobrellevar el luto acumulan el polvo. es la primera vez que vivo de forma completa el proceso de la muerte, el velatorio y el entierro. debo ser valiente. mi padre me necesita valiente y divertida. necesita que no sea vindel, vindel. está nervioso y quiere volver a la sala para comprobar que ya han acabado y llegar antes que su hermana o lo que quede de ella. mi hermana no le deja solo. mamá y yo, frágiles ante el peligro. tardan, pero esperamos. papá ha dicho que no nos movamos hasta que el vuelva. en ese momento, entra rafa, el primo de mi padre. el que debia ser un hijo destrozado y no el consuelo de los demás. nos besa y nos dice que su madre y su hermana ya están en la sala. vamos despacio, con el sol en la cara, sin hablar. al llegar, mi madre abraza a mi tía, que rodeada por una corte de mujeres -su hermana y sus sobrinas- no para de repetir: "¡Ay, Rafa!". Yo soy incapaz de moverme. incapaz de acercarme a ella y de decirla que me duele el pecho. Y, de repente, sin previo aviso, de mi boca se escapa un "yo no puedo" y rompo a llorar como una niña. soy conocedora de mi incapacidad de impermeabilizarme ante los sentimientos que deberían serme ajenos, pero no me esperaba esa traición. Rafa me abraza, y me dice que me tranquilice, que no pasa nada. y yo me ahogo. y me siento culpable por no ser yo la que le dirija a él, a su madre o a su hermana esas palabras. no puedo hablar, sólo puedo sentir. soy una inútil. una inútil que tarde en tranquilizarse. pero lo consigue. a mi padre le preocupa la postura de su prima. busca una silla para que no tenga que soltarle las manos a su madre, pero esté cómoda. "vamos a estar aqui muchas horas", dice. personal del tanatorio dice que mi tío ya esta visible. yo no paso. mi madre no me deja. no se si deberia hacerlo. no se si quiero hacerlo. y mi madre no me deja. mi hermana, para evitar oportunidad, se queda a mi custodia. todo el dia. se que mi hermana es como una roca cuando se trata de cuidarme. ella podria poner fin al mundo por mi. el tiempo pasa despacio. mi tia se mece y suspira entre cada tanda de lloros. "Ay, Rafa". al oírla, dos lagrimas muy calientes y a la vez se me caen de los ojos. mi hermana me toca. no suele hacerlo. sabe que un pequeño roce se convierte en llaga en mi piel. pasa el tiempo. despacio. muy despacio. pienso en como mi tío, en como el que se convirtio en mi abuelo, me hablaba. me besaba. o bromeaba conmigo. y no me doy cuenta de que mi hermana esta llorando. parece que desde hace rato. la abrazo, la beso y lloro otra vez. mi prima nos ve. su silla es la ultima desde la que se puede ver a mi tio. la abandona y se sienta entre mi hermana y yo. deja caer sus brazos en nuestros hombros y pasa alli cerca de dos horas. vuelve con su madre. y una mujer entra a prisa. no la conozco. se abraza a mi tia. y ambas lloran mucho. son amigas. esta señora es mayor, pero dura. orgullosa, pero buena. y dulce pero irónica. es profesora. lo se porque esta muy recta, su cabeza alta y sus ojos escudriñan toda la habitación. en un momento en el que mamá se acerca a nosotras, esta mujer deja a mi tia y se acerca. se presenta ante mi madre, le dice a mi hermana que al verla ha sabido que era vindel, vindel. se pregunta si también se parecerá a mi tío en carácter. y yo le confirmo que más de lo que quisiera. nos hemos caido bien. vuelve a su sitio. poruqe en estos lugares la gente no debe reirse. de hacerlo, luego debe llorar con mas fuerza, y no todo el mundo es capaz. hace rato qeu quiero ir al baño, pero me da vergüenza. la cisterna suena muy fuerte. mi hermana me obliga. y nos vamos a buscar una boca de metro para volver a casa por la tarde. sólo papá y mamá se quedarán allí por la noche. deben ser las 11. pero hoy no tengo hambre. paseamos al sol y mi hermana habla con su novio, que dice que vendra a buscarnos. volvemos pero no entramos. hace frio y aprovechamos el sol. rafa esta fumando un cigarro y aprovecha el sol con nosotras. me siento, a ratos, incomoda. no se que decirle. me siento, a ratos, tranquila. el me habla de banalidades. llega la hermana de mi padre con su marido. rafa tiene que ir a saludarlos. mi hermana y yo hacia mucho que no les veiamos mas de 5 segundos. papa y mama estan acostumbrados a soportarse en los tanatorios. fuera de ellos, dejaron de hacerlo hace mucho tiempo. mi hermana y yo entramos para arropar a papa cuando su hermana y su cuñado entren. ellos no se esperan que mi hermana y yo estemos alli. pero era mas tio de mi padre que suyo y en mi casa no hay fisuras y si las hay se solucionan. pasa el tiempo. ahora si tengo hambre. debe ser la tension. mi madre sabe que tengo hambre y dice que vamos a ir a comer en breve. intentan convencer a mi tia, pero no quiere. tal vez luego, tal vez nunca. otra tia de mi padre y su hijo nos acompañan. el es ingeniero aeronautico y gana una pasta, pero su frase preferida es "que horror, mañana hay que trabajar". no me cae mal. le respeto. nunca le habia visto llorar. ahora le respeto mas. entra mi tia y mi prima en el comedor, acompañadas de la amiga de mi tia. quieren sentarse en la mesa de al lado. pero no las dejo. muevo varias sillas, la otra mesa. perfecto, cabemos todos. mi tia, a mi lado. y yo me siento responsable de ella. No quiero cerveza, me parece una falta de respeto. Su hija no piensa asi. De hecho, recuerda que el siempre decía: “Yo cerveza, el agua tiene bichos”. En eso si soy vindel, vindel. mi bocadillo es muy grande pero se que me lo comere. el de mi tia, un sandwich y no sabe que conmigo al lado tambien se lo comera. mi hermana, a mi otro lado, me pone la mano en la pierna porque mi tia llora. Yo no me doy cuenta hasta verlas de la mano. Es entonces cuando todos olvidan lo que hacen porque ella vuelve a llorar. Inútilmente, trato de resistirme y no acompañarla. pero resistir no siempre es vencer. Me cohíbe hacerlo con tanto publico. Es entonces cuando recuerda las palabras de su marido: “Disfruta de tu nieto, yo sólo he podido disfrutarlo 4 años”. Todos sabemos que el hecho de existir nos lleva a dejar de hacerlo, pero la crueldad del proceso es insoportable. A este nieto es al que habrá que explicarle en breve lo que ha sucedido. Pero, ¿cómo? Cómo se le dice a un niño de 4 años que no volverá a ver a su abuelo? Cómo? La madre del niño y mi primo no son creyentes y habían pensado en decirle que al abuelo le ha pasado como a uno de sus juguetes, que se le ha acabado las pilas. Cualquier alternativa al dogma me parece positiva, pero corremos el riesgo de preguntas inoportunas como: y si le compramos pilas nuevas? Mi tía recuerda también que la gente se extrañaba de que siempre fueran de la mano, como novios enamorados. Así es como iban a ir al nuevo centro comercial que habían abierto hace poco cerca de casa. “Cuando el tio se mejorase, íbamos a ir”. Vuelvo a no tener hambre. Ella me obliga a comer. Pero solo lo hare si ella también lo hace. Terminamos y volvemos a la sala. La cuesta andar. Sus rodillas no la sostienen. Papa coge una mesa baja para que pueda estirar las piernas. Ella accede porque no quiere que la comodidad del sillón la aleje de el. El marido de la hermana de mi padre lee el periódico, ajeno al dolor, tranquilo, pasando la tarde. Me enfado. Y en vez de evitarle y dar la vuelta a la mesa hasta poder sentarme. Paso cerca de el y le obligo a retroceder. no me conoce. Y no sabe que toda mi debilidad se convierte en fortaleza cuando se trata de la debilidad ajena. Mi padre se hace el dormido enfrente de su cuñado. Rafa, mi madre, mi hermana y yo, juntos. Vuelvo a llorar en silencio. Pero mi madre me escucha. Mi madre siempre me escucha. Aunque no hable. Y me intenta consolar. Pero no quiero. Si lo hace es peor. Pasa el tiempo. Y empiezan a llegar amigos y conocidos de la familia. Llega el novio de mi hermana y tras unos minutos nos vamos. En la despedida, tuve que entrar en la zona en la que mi tio era visible. Mi madre muy nerviosa porque pudiera ceder a mi misma y mirar, se encargo de taparme cualquier angulo de visión. Mi padre y mi hermana me guiaron en el camino. Le digo a mi tia que mañana nos veremos y me dice que no con la cabeza, consigue verbalizar unas palabras que vi en sus ojos: “Es muy pronto”. A la vez, le repito: “Mañana nos vemos”. Me lo agradece con una sonrisa. Ahora, son mis rodillas las que no me resisten. Vuelvo a ahogarme. Tengo que salir de allí. En casa, me encargo de la cena. Me hace sentir bien. Mi hermana y yo dormimos juntas. Eso también nos hace sentir bien. Desde que se que mi hermana se marchara pronto de casa, duermo a menudo con ella. Siempre que estoy nerviosa o busco respuestas, lo hago. Ella me tranquiliza. Al día siguiente, aunque parecía el mismo, cogimos un taxi y nos plantamos en ese maldito tanatorio. junto a esa mezquita que me recuerda tanto aquel idioma hipnotizante. El calor de ese verano. El olor de su cuerpo en el mio. Y mi cara entre la ternura de sus manos, secándome las lagrimas en el momento en el que debemos volver a diferentes orillas del mediterraneo. Vuelvo al tanatorio y hay el doble de personas que la noche anterior, entre las que se suman las hijas de la hermana de mi padre. la mayor sabe que no me gusta. Ni ella ni la situación. se mantiene alerta. cree que su mirada me atemoriza. y no sabe que estoy deseando que verbalice el odio heredado. La pequeña, debe ser un sensible e inofensivo. Sin información del pasado. entre nosotras, nos hablamos con los ojos. Y nos basta. No puedo decir primas. Ni tia, ni tio, ni abuelo. Me son indiferentes. Al menos, eso digo. Y, a veces, me lo creo. Mi madre sigue algo menos tensa que la tarde anterior. Ya se ha acostumbrado a su presencia. Al menos, eso cree ella. Me recuerda la fragilidad del ser humano y de su memoria. En una conversación intrascendente, mi tia le dijo a su hija: “Preguntaselo a papa”. Y el silencio solo lo rompió su llanto. En pocos minutos, abandonamos esa sala que ya me era mas familiar que muchos de los que la ocupaban. Nos montamos en el coche. el cuñado de mi padre intenta cortarla la salida. Pero mi padre es un magnifico conductor. Y le guarda tanto rencor que creo que tendre que bajarme del coche. No es necesario. Pero en silencio, recordamos aquel incidente en otro tanatorio. En el que se velaba al padre de mi padre. Cuando el cuñado de mi padre intento echarle de allí. Por orden de su hermana. Fue rafa, su tio, el que le cogió del brazo. Primero, para evitar que le matara. Segundo, para que volviera dentro el tiempo que quisiera. Pero ahora era rafa el que se dirigía a una capilla pequeña. A la derecha de un cura gordo. Un cura que no hablaba. Locutaba. Un cura que nunca sabra lo cerca que estuvo de que ese sábado alguien le sacara los colores. Por sinvergüenza. Le di las gracias muy alto. Y con un tono que le despejo las dudas. Mi tia aun sabia lo que hacia. Ni se acerco a el. Fuera, ella y sus hijos nos dieron las gracias. Nos despedimos y nos marchamos. No quería irme de allí. pero mi padre me cogió del hombro y me puso en camino. de vuelta a casa, bromeo con todo lo sucedido con el cuñado de mi padre, su hermana, y sus hijas. Según mi carta astral, es mi forma de defender a la gente a la que quiero de la tristeza. Para defenderme yo, escribo. Pero no lo hago tanto como quisiera. por eso, a menudo, siento que me ahogo.