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Travernier

Travernier

¿Hasta que punto somos actores creativos o el resultado de fuerzas sociales que escapan a nuestro control? Sin duda, pese a estar condicionados hasta cierto punto por el nicho social en el que nos ha tocado vivir; nuestra subjetividad puede imponerse. Si no, ¿qué fin tiene seguir aquí?

Cuestionario de Marcel Proust

Cuestionario de Marcel Proust

1.- La mentira, la hipocresía.

2.- En Barcelona. Necesito tener el mar cerca.

3.- Sonreir a menudo.

4.- Para todos aquellos que se hayan cometido de modo no intencionado.

5.- Un héroe con fisuras, cualquier pícaro de Baroja.

6.- Matahari.

7.- Mi madre.

8.- Las hijas de Bernarda Alba.

9.- Kandinsky.

10.- La sinceridad.

11.- La sinceridad.

12.- La bondad.

13.- El periodismo.

14.- Quien soy. Me siento muy orgullosa de todos mis pasos, que equivocados o no, siempre son muy meditados. Si a lo que se refiere es a una época... el mundo egipcio y el siglo XVI me encantan.

15.- Todos mis rasgos están demasiado acusados.

16.- Su incondicionalidad.

17.- La testarudez.

18.- Viajar.

19.- La falta de salud de mi familia.

20.- Me gustaría poder ejercer mi profesión: el periodismo.

21.- El verde.

22.- Una planta de color morado con hojas recortadas y flores amarillas que regaló alguien muy especial a mi familia.

23.- La incomunicación.

24.- La tiranía

25.- La revolución rusa.

26.- El derecho al sufragio universal, pero aún quedan muchas por hacer y otras que están, falta ejecutarlas.

27.- Leer el pensamiento.

28.- Con la tranquilidad de haber cumplido mis sueños, o por lo menos, haberlo intentado.

29.- Ahora, estresado; normalmente, inquieto.

30.- Lo que pensamos de la muerte sólo tiene importancia por lo que la muerte nos hace pensar de la vida. (Charles De Gaulle)

¡PERO MIRA QUE ERES GUAPO!

¡PERO MIRA QUE ERES GUAPO!

El canon de belleza varía a lo largo de los tiempos y no debe conceptuarse como inmutable. Según la filosofía oriental, la belleza es un estado del ser, que surge con la riqueza interior cuando la mente se libera de sus miedos. Esta belleza no depende de modas, tan sólo de aquel que deseé cultivarla. De hecho, algunos aseguran que potenciando las virtudes que cada uno posee en distintos momentos, daría lugar a una belleza evolutiva.

Cada época y cada grupo social perceptúa la belleza de un modo diferente: las mujeres con cuello de jirafa, los pequeños pies atrofiados de las chinas, las mutilaciones auriculares y labiales de algunas tribus africanas o americanas, o las cabezas cuadradas producidas desde la infancia en Etiopía son considerados modelos de belleza. Y es que, si algo es la belleza, es relativa.

EN UN LUGAR DEL MEDITERRÁNEO, DE CUYO NOMBRE NO QUIERO ACORDARME

EN UN LUGAR DEL MEDITERRÁNEO, DE CUYO NOMBRE NO QUIERO ACORDARME

A 13 dias de regresar de aquel lugar, la búsqueda de un trabajo, que parece que nunca llegará, se ha mezclado con una inexplicable angustia. No por haber vuelto, sino por no estar allí. No me gusta saber que las cosas sólo pasan una vez, que son únicas y exclusivas, que no hay lugar para la repetición. Este mes he convivido a diario con mucha gente que, en el mejor de los casos, tal vez vuelva a ver en algún momento de mi vida. Tengo pánico a la sensación de pérdida, una sensación que, desde hace tiempo, se está convirtiendo en familiar. Mi memoria se esfuerza por retener olores, tactos, miradas... Apunto cada recuerdo en un intento estúpido de no olvidar. A algún buen periodista leí que el hombre tiene la ventaja de saberse mortal y por ello puede aprovechar y disfrutar sus vivencias al límite. Pero yo quiero más, no tengo suficiente. Quiero ser egoísta, aunque sólo sea una vez, y prolongar cada sonrisa, cada mirada.

Cuenta la mitología, que Ulises paso años en una isla del Mediterraáneo llamada Gozo, en la cueva de Calipso, hipnotizado por el canto de su amante. No sé cómo Ulises, entonces, y yo, ahora, conseguimos escapar de allí. A mí, el sonido del mar en esa cueva todavía me golpea la cabeza.

EL RELOJ DE LA MUERTE

EL RELOJ DE LA MUERTE

Mi basura, esa que los viejos acumulan por el síndrome de diógenes, son fotos, recuerdos, que ahora, debido a la tecnología, no ocupa mucho espacio, por lo que cuando me encuentren muerta a los 86 en mi casa, no les costará mucho pasar. En un par de columnas de cd´s estará toda mi basura que ahora acumulo con ansiedad. Mi basura no es más que mis anhelos, igual que la que los viejos buscan en los cubos de basura cuando voy a trabajar. Ellos también buscan sus anhelos. Y todos los que buscamos en los lugares erróneos, por falta de acierto o valor, acabamos igual. El único lugar en el que la basura que guardo está segura es en mi cabeza. Allí nadie puede recogerla, es sólo mía. Nadie puede juzgarla. Me paso el día recogiéndola y poniéndola en lugar seguro, actualizándola y ordenándola. Y todo lo demás, es perder el tiempo. Muchos, de saberlo, pensarían que estoy loca, que debo dejar de recoger basura, pero es todo lo que tengo. Es a lo que me dedico, no se hacer nada mejor. Los hay que lo saben y no pueden hacer nada. Incluso los hay que lo intuyen y no quieren hacer nada, de nada serviría. Ellos sí que me conocen. Sólo una persona puede hacer que pare. Esa persona me acompaña todo el día. Me levanto con él y con él me acuesto, viaja conmigo en el metro, me acompaña mientras espero... Y eso que está lejos. Tan lejos que no existe. Tan lejos que ya no es real. Lo fue, pero ya no lo es, ni lo será nunca más. Pero yo aún no lo sé.

JUST A DREAM

JUST A DREAM

En los sueños las personas cambian de forma y las formas de nombre. Es en los sueños donde la libertad alcanza la plenitud, donde tras la maraña de confusión asoman nuestros miedos y nuestros anhelos. Es allí donde nos encontramos con lo imposible y gritamos todo aquello que despiertos jamás susurraríamos. Es allí donde el valor se empuña y el amor es eterno.

ALATRISTE

ALATRISTE

La vi hace varios días ya, la verdad, y salí del cine con ganas de afiliarme al partido de los que, como dice mi amigo Fabi, pedimos que Reverte siga escribiendo libros y prohiba que rueden pelis sobre los mismos... Me pasó con Las nueve puertas exactamente lo mismo, aunque aquella era peor peli en muchos aspectos. Pero lo del Alatriste ha sido la estocada final. Voy a verme Territorio Comanche, que parece que aquella salió bien, a ver si me reconcilia con los consejos de Reverte, ése que también me dijo una vez (en una entrevista, se entiende, no tengo la suerte de contarlo entre mis amigos) que Master and Commander era la polla. En fin. El maestro de esgrima estaba bien. Creo recordar. Digo en peli.

A ver, en primer lugar, el guión es una puta mierda. Pero así, con todas las letras y todo el subjetivismo que quieras por delante. Te juro que fui a la peli sin frikismos de ningún tipo y sin esperar encontrar esto o aquello. Fui sin ánimo de comparar con el libro. Y te digo que muchas veces porque me leí el libro que si no no me entero de que el italiano estaba en el barco, por poner un ejemplo. Luego todo se desarrolla a una velocidad excesiva. Se solventan puntos claves de la peli en cero segundos y medio, las relaciones de Alatriste con los enemigos están poco menos que esbozadas y punto, y realmente las batallas, salvo esa sublime encamisada del principio, son una puta mierda. Salvo en las formaciones militares y el armamento de acuerdo con la época. Que ahí sí. Mira, lo mejor de la peli los veinte minutos, hasta que aparece el teniente de alguaciles, Martín Saldaña, a ofrecerle currelo a Viggo y la caga. Y es que la mayor parte de los actores hacen un papel de mierda. Dos excepciones entre los principales: Viggo Mortensen y Juan Echanove. Viggo porque es el amo y clava al personaje, y entre la cagada de peli hay que reconocer que el colega lo ha hecho de puta madre todo (ignoro si Ariadna Gil opina lo mismo en la parte que corresponde al polvete, pero estoy seguro de que Viggo debe ser un monstruo en la cama). Y luego Juan Echanove. Un Quevedo Quevedo. Clavao. Luego hay algún personaje secundario bastante bueno, como Curro Garrote, qué no sé quién coño es el actor. E incluso si mi apuras Sebastián Copons. Y apurando mucho, porque en Rocroi no sé qué coño pasa que se rompe el dramaturgo con ese bamboleo de borrachos en el que sólo Viggo sabe responder (Viggo, el único que no era español en el reparto de Rocroi) que "esto es un tercio español". Ahí mira, en la batalla final, es que no pude ya con mis nervios. Con el capitán de un tercio encogiéndose de hombros como si estuviéramos de juerga. Llorar, decía Reverte. Llorar de pena pero de lo malo que es el final, con el buen filón que tenían no ya en los libros, sino en la historia, porque aquel fue un momento realmente dramático, con un montón de tíos duros como rayos a punto de sucumbir ante la superioridad artillera y la caballería del enemigo. Y lo solventamos con un encogimiento de hombros y un andar de borrachos. Y bueno, los actores, que me pierdo. Unax Ugalde por favor, pero si parece que está leyendo (como la mayoría, por otro lado). Eduardo Noriega igual podría haberlo hecho bien, pero le dan poca cuerda. El italiano... Lo dulcifican cosa mala y tampoco termina de convencerme. Y ya las pibas ni te cuento. La mejor aportación de la chavalita ésta, joder, cómo se llama, la morena hostias, Angélica de Alquezar, a ver JODER, cómo coño se llama. Elena Anaya. Eso. Que digo que la mejor aportación de Elena Anaya a la película es su cuasi desnudo a mitad del asunto. Y fíjare cómo estará la cosa que hasta me defraudaron sus tetas. Manda cojones. Y luego Ariadna Gil, que cuando dice mi amor parece que está leyendo el Micho como Unax Ugalde, ése fulano que se pasó un año en galeras en la película... PERO QUÉ MIERDA ES ÉSA. Un alfeñique como ese no aguanta un día en galeras. Aunque eso reconozco que es secundario y una frikada. Y vuelvo al guión, ese guión que no te permite enlazar una cosa con la otra y que vale, refleja a veces cosillas de la época, como en ese duelo de Unax Ugalde y el italiano o la lucha en las caponeras con el azufre haciendo tilín bajo la tierra y la encamisada del principio. Pero a otras cosas intenta acercarse y ni las esboza, como la cárcel de sevilla. A mi juicio el guión es una cagada, y debería concentrarse más en lo importante y menos en tontunas, o jugar con el libro y romper la fidelidad. Seguir una línea argumental diferente basada en los personajes y en la historia general. Habría resultado mejor. Y, sobre todo, que los actores hubieran hecho un mejor papel, joder. Que salvo los anteriormente citados son todos unos cacas en general.
Y vale, Reverte seguirá diciendo que es la polla de película y tal y hasta es probable que en el entretanto se haya chuscado a la Anaya, o a Ariadna Gil, que le pega más después de todo. Pero ni con esas. Y sí, la peli se llevará un Goya y demás y en este perro país nadie va a reconocer que hemos hecho una cagada tremenda, pero bueno. Y fíjate que soy la persona menos sospechosa a la hora de criticar el asunto tanto porque me encanta la época como porque me encanta Alatriste como porque me gusta Reverte y me la soplan los rollitos patrioteros que, tal y como Reverte dijo y en esto le doy la razón, no se han visto por ninguna parte, ni viceversa. Es decir, que los soldados salen gritando España y jodidos. Y punto. Y así era. Y porque se encomienden a España no son fachas. Joder. A ver si diferenciamos de una vez.
Reportero de Infantería

I BECOME SO NUMB

I BECOME SO NUMB

Ella era mirada, pero nadie la observaba. Entendía como debía sentirse un cuadro, que es mirado, pero pocas veces observado, y que tiene todo el tiempo del mundo para dejar a un lado los vistazos rápidos y desenmarañar a aquel que se le ponga delante durante unos instantes. Le gustaba jugar con la gente. Sabía que podía hacerlo. Y el metro era uno de sus lugares preferidos. Allí nadie se conoce, todos miran pero pocos observan. Lo llevaba haciendo de forma inconsciente durante años. Ahora se proponía vencer a todo el que aceptaba ser su rival durante los minutos que separan un par de estaciones, y siempre lo conseguía. Todos los días al ir a trabajar comenzaba su particular estudio empírico. Le daba igual que fueran chicos muy seguros de sí mismos tras amplia ropa, algún piercing que otro y llamativos cortes de pelo -de hecho, ellos eran sus preferidos-. Una mirada fija y toda su seguridad desaparecía. Se volvían vulnerables, miedosos... Los muy jóvenes o muy mayores también suponían un reto. Incluso ese tipo de chico que va con su novia, amantísismo él, y que tantas caricias la dedica a su niña hasta que las puertas del vagón se abren y se gira para mirla a ella. O aquellos que la hacían fotos y la pedían que mirara a cámara para poder enseñar algo bonito de su viaje a la capital al volver a su ciudad. O los que entraban en el juego a través de miradas furtivas y sonrisas de medio lado. Conseguido.

Pero un día una de sus víctimas se convirtió en su verdugo. Era verano y el calor bajo el suelo llegaba a ser insufrible. Ella siempre que salía de casa se ocultaba tras su máscara. Una tarde, que iba a trabajar, se sentó en un banco del andén, mientras esperaba. Odiaba estar de pie, le dolían las articulaciones a menudo.  El chico sentado junto a ella, de rasgos árabes, llevaba un casco de moto. A ella la encantaba la velocidad y las motos era la mejor manera de sentirla, una vez que los parques de atracciones se te han quedado pequeños. El marcador del metro aseguraba, con ninguna fidelidad, que faltaban dos minutos. Podía sentir el deseo de él, a pesar de que en ningún momento se miraron. Cuando ella empezó a bajar la guardia, él le dijo: "¿Puedo hacerte una pregunta?". Ella, siempre tan servicial, respondió: "Sí, claro". "¿Puedes regalarme una sonrisa?", le preguntó él con el rostro muy serio. Tras unos segundos de shock, ella comenzó a reír y le respondió un nervioso "Sí, sí". Tras una mirada de intensa necesidad, ambos volvieron a girarse. Poco a poco la sonrisa de ella se fue desdibujando y apareció el metro. Cada uno entró por una puerta, pero acabaron sentándose juntos. Ella volvió a sacar del bolsillo su máscara y se la colocó de nuevo. No se miraron durante todo el trayecto. Una parada, otra... En la tercera era en la que probablemente él, como mucha otra gente, se bajaría. Así fue. Pero antes, mientras se levantaba, se acercó a su oído y le susurró: "No he vuelto a verte sonreír. Hazlo por mí". Entonces ella, sin importarle las miradas del resto, volvió a sonreírle. El se bajó con su casco y jamás volvió a verle. Desde entonces, es imposible que deje de sonreír.

LA OTRA CARA DE LA MISMA PUTA MONEDA

LA OTRA CARA DE LA MISMA PUTA MONEDA

Mientras niños de 20 años sigan preguntándose: "¿Hay algo que una mujer sepa hacer que no pueda hacer un hombre?", en vez de preguntarse "¿Hay algo que una mujer pueda hacer que no pueda hacer un hombre?", las mujeres nunca podrán llegar a disfrutar de una igualdad real. Y no hablo de la igualdad que implica que la llegada de una mujer a puestos directivos tenga que producirse porque adopte actitudes masculinas, hablo de una igualdad auténtica.

No es lo mismo lo que sabemos, hombre o mujer, hacer que lo que podemos hacer. Lo que sabemos hacer lo aprendemos y la capacidad de aprendizaje es muy parecida entre ambos, tal vez algo mayor en el caso de la mujer; pero lo que podemos hacer si viene, en algunos casos, determinado por el género. Y ahí llegamos a los tópicos de la fuerza frente a la flexibilidad, de la conducción, de la apreciación de colores, de la sexualidad... La realidad es que la socialización es la madre de todas estas tonterías. No somos tan diferentes como quieren hacernos ver.

Para los más escépticos/primitivos, un ejemplo: ¿qué es para ti la fuerza? Para ti puede que sea la posibilidad de coger una mesa y tirarla 5 metros más allá. Para mí puede ser la capacidad de sufrimiento, ¿y quién tiene más, un hombre o una mujer?

Incluso, hay quien se pregunta por qué las mujeres no saben jugar al fútbol. Y yo respondo que por la misma razón que un niño de 3 años no sabe hacer rabonas: porque no ha sido socializado para ello. Si viviéramos a un matriarcado en el que el ganchillo fuera deporte nacional, los hombres no estarían socializados para ello y sucedería lo mismo. Darle unas agujas y lana a un hombre o a un niño de 3 años implicaría que ninguno de los dos podría hacerte unos guantes. Pero así estaríamos en las mismas y sólo sería la otra cara de la misma puta moneda.

 

ALGUNOS HOMBRES BUENOS

ALGUNOS HOMBRES BUENOS

"¡Tú no puedes encajar la verdad!"

Eso le gritaba Jack Nicolson a Tom Cruise en "Algunos hombres buenos". Y eso le grito yo a aquellos que son incapaces de asumir sus errores, a aquellos que escriben en charcos sus promesas. Muchos no pueden encajar la verdad y otros ni siquiera la conocen, ni tienen interés en conocerla. La mentira es demonizada públicamente pero otra cosa muy distinta es lo que hacemos en privado. En ocasiones, hasta tratamos de engañar a nuestra conciencia. Todos podemos equivocarnos, sí; pero tú no te equivocas, sabes lo que haces. La intención lo es todo. Algún día, sólo los magos podrán engañarnos.

 

RESERVOIR DOGS

RESERVOIR DOGS

"¿Has terminado ya? Porque me importa una mierda lo que sepas o no sepas. . . Te voy a torturar de todos modos".

Maravillosa esta frase, de la peli "Reservoir dogs", que aplicaría literalmente, si un día pierdo por el camino un par de billetes de moral, a todos esos intelectualillos que creen que los libros les dan la sabiduría necesaria para hablar siempre con conocimiento de causa, a los que agazapan sus miedos detrás de una brillante crítica cinematográfica, a los que tienen la necesidad de mirarte desde arriba mientras te hablan de sus grupos de música favoritos, esos que no conoce nadie, y a la vez, todo el mundo.

En definitiva, a todos los que consumen cultura con el fin de poder decir "yo lo vi, lo escuché, estuve allí..." Y se pierden lo más importante, la sensación que te provoca la expresión artística en sí.

 

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